miércoles, 6 de mayo de 2009

Norte de Segovia y Peñafiel : Románico y Medievo (4 abril 2009)

Tramo 1. Leganés - Sacramenia (180 km)

Nuevamente tuvimos la gran suerte de disfrutar de un auténtico sábado primaveral, casi podríamos decir de verano si no fuera por la época. Esta vez elegimos el norte de la provincia de Segovia, junto al límte con Burgos y Valladolid. Un rincón cargado de historia, de arte románico, y tierra de vinos incluída en la denominación de origen "Ribera del Duero".

Salimos sobre las 10:45 de Leganés, poniendo enseguida rumbo hacia la A-1. Al igual que el sábado que fuimos a Sepúlveda, volvimos a encontrarnos atasco pasado el kilómetro 20. Esta vez las retenciones duraban bastante más, y aunque atajamos un buen tramo por la vía de servicio, al final perdimos media hora. Enseguida pasamos la frontera de Segovia y cruzamos la provincia hacia su parte norte, en dirección a nuestro primer destino, el pueblo de Sacramenia.



Sacramenia es un pequeño pueblo situado en la margen derecha del Arroyo de la Vega, afluente próximo del Duratón. A pesar de ser pequeño tiene muchísima historia, al igual que muchos otros pueblos segovianos de esta comarca. Se piensa que se fundó sobre algún santuario paleocristiano o visigodo, de ahí que el significado de su nombre sea seguramente el de “ruinas sagradas”. En el año 943 se va a repoblar gracias a Asur Fernández, un conde de la zona de Palencia, aunque poco después Almanzor y su ejército destrozaron el pueblo. Ya en el siglo XI el conde castellano Sancho Garcés sería el encargado de repoblarlo.

De obligada visita es la iglesia de Santa Marina, con típico ábside románico semicircular decorado con importantes pinturas murales de los siglos XV y XVI. También destaca la pila bautismal del siglo XIII, una cruz procesional de plata del siglo XVIII, y algunos retablos barrocos. La otra iglesia a destacar es la de San Martín, que conserva el ábside del siglo XII con dos columnas y unas ventanas algo transformadas posteriormente. También es importante su arco triunfal de medio punto sobre columnas dobles con capiteles, y su espléndida cruz procesional, hecha en Segovia en el siglo XVI.





Sobre el cerro donde estuvo la fortaleza que protegía a la villa, están las ruinas de la iglesia románica de San Miguel que todavía mantiene en pie (a duras penas) su cabecera semicircular y la portada. Este monumento Nacional se encuentra en unas lamentables ruinas y sin restaurarse. Sacramenia fue un importante enclave en la época medieval e incluso llegó a tener cinco pedanías : San Bernardo (hoy es un coto privado), Granja de Santa Ana, Granja de San Juan (aquí vivió un famoso ermitaño llamado Juan de Pan y Agua), Cárdaba (hoy es una gran finca de regadío) y Aldea Falcón. Hoy todos ellos están despoblados o son fincas privadas, como veremos más adelante.

Tramo 2. Sacramenia - Fuentidueña (7 km)

Acabada la visita a nuestro primer punto del recorrido, nos dirigimos a Fuentidueña, otro pueblo histórico que se alza sobre un estrecho valle del Duratón. Comenzó siendo un castro celta, enclave romano, y más tarde fue de los primeros enclaves en ser repoblados a medida que se iba ganando terreno a los musulmanes.



Tras los destrozos e incursiones de Abderramán II y Almanzor, con la repoblación se consigue dotar a la villa de cierta estabilidad e importancia local. De hecho al entrar a su plaza, nos sorprende encontrarnos con un palacio hecho posada (el Palacio de los Condes, del siglo XII), y una majestuosa muralla. Pero es que Fuentidueña a finales del siglo XII comenzaba a disfrutar de un esplendor que le duró dos siglos, y esto ha quedado reflejado en muchas de sus construcciones, que hacen que el pueblo esté declarado Conjunto Histórico y Bien de Interés Cultural.



Las tres iglesias (Santa María, San Martín y San Miguel), la necrópolis medieval (donde podemos apreciar por el tamaño de las tumbas la escasa estatura de les gentes medievales), y las ruinas del Hospital de la Magdalena se suman a la lista de edificaciones históricas del municipio.



Y estaba claro que un pueblo así no podía entenderse sin un castillo medieval, y sí, Fuentidueña también lo tiene, en un estado más bien ruinoso, pero lo tiene. Comenzó llamándose Castillo de Alacer (significa alegre en árabe) y luego pasó a llamarse Castillo de Fuentidueña. Aquí el gran Alfonso VIII firmó su testamento, la paz con Sancho VI de Navarra, y descansó tras la histórica victoria en la Batalla de las Navas de Tolosa.



La arquitectura popular con sus hermosas fachadas y el puente de piedra, rematan el encanto de esta ilustre villa segoviana que a partir del siglo XIV, vio cómo su esplendor empezó a decaer a causa del alejamientos de las funciones administrativas y militares de la zona, que hasta entonces habían estado localizadas en el pueblo. Hoy en día forma una Comunidad, siendo el pueblo principal de la comarca.





Como nota negativa, decir que pude ver con mis propios ojos un cartel que explica cómo la anteriormente citada iglesia de San Martín, se encuentra hoy en día en el Metropolitan de Nueva York y fue vendida a los yankees, desmontada y trasladada. No encuentro palabras para definir una cosa como esta. No sé, prefiero limitarme a decir que hay veces que siento vergüenza de haber nacido en este país, un país que despilfarra dinero mientras parte de su patriomonio histórico se pierde o se vende. Con este pensamiento, regresamos a Sacramenia para comer, y después nos dirigimos a Pecharromán y al Coto de San Bernardo.

Tramo 3. Sacramenia - Coto de San Bernardo (3,5 km)

Después de comer nos dirigimos al Coto de San Bernardo, una antigua pedanía a unos tres kilómetros de Sacramenia, donde está el monasterio cisterciense de san Bernardo, fundado en 1141 por Alfonso VII con monjes procedentes de Francia, y que también recibe el nombre de Monasterio de Santa María la Real. Su impresionante iglesia es famosa por tener una cabecera con cinco ábsides, todo estilo gótico del siglo XV. Ahora viene la parte más triste, la parte que tantas veces se repite en muchos enclaves y edificios históricos de nuestro país. Cuando no te encuentras construcciones o edificios de casi mil años de antigüedad en la más absoluta ruina, te encuentras con situaciones como la que os voy a comentar. En 1835 este monasterio fue víctima de la mítica desamortización de Mendizábal, y lamentablemente en 1925 sus posteriores propietarios (cuya identidad yo al menos desconozco), cometieron la atrocidad y aberración de vender su claustro y otras dependencias al magnate americano William Randolph Hearts. Todas las piedras fueron desmontadas y trasladadas una a una en barco a Nueva York, por entonces a punto de entrar en la famosa crisis de 1929. Las piedras fueron almacenadas, y olvidadas durante años y el proyecto del magnate de llevarlo a su rancho de California, acabó quedando en nada. Al poco tiempo murió y sus herederos las revendieron. Después de esta atrocidad, de esta escabechina artística y arquitectónica, de haber destrozado y desmontado la construcción medieval, y de estar 30 años almacenadas todas las piedras, se hizo una lamentable reconstrucción pasando a formar parte de una iglesia episcopaliana en Miami. Lamentable y deleznable que este tipo de cosas sucedan y puedan permitirse ¿verdad? Pues ahí no acaba todo. Un lugar histórico como ese, debería ser patrimonio del Estado, y todos deberíamos de poder visitarlo cuando quisiéramos, pues forma parte de nuestra historia y de las raíces de este país (cuando aún ni siquiera era país). Pues no contentos con el episodio de la venta del claustro y aledaños a un magnate americano, posteriormente hicieron lo mismo con el resto de la finca y lo vendieron a un empresario que se hace llamar Eduardo Sánchez-Junco, y que es propietario de la revista "¡Hola!". Un hecho absolutamente patético y digno de este país, donde parece que hay muchas cosas que importan más que nuestros monumentos que son el legado y el testimonio de nuestra historia.

De todos estos detalles que os estoy contando, me enteré poco tiempo después de visitar el Monasterio. Pero el chasco que nos llevamos fue monumental al llegar y ver que aquello era propiedad privada, y que en cuanto llegamos un perro con malas pulgas y un guarda bastante seco nos recibieron. El guarda nos dijo que aquello era propiedad privada y que allí no podíamos entrar, y las miradas serias de algunas personas que estaban reunidas a cierta distancia, nos hicieron irnos de allí sin ni siquiera plantear la posibilidad de fotografiar la fachada del monasterio. Me jodió bastante ver todo aquel panorama, y poco tiempo después me enteré que hay un día dedicado a visitas al monasterio porque..ES MONUMENTO NACIONAL!! Sí sí, lo que oís, un monumento nacional y es privado, algo realmente lamentable. Pero es que para colmo y a pesar de vernos interesados en su visita, el guardia en ningún momento nos dijo nada de eso, y al poco tiempo me enteré de casualidad que el día de visita son los miércoles de 10 a 14 horas. Así que si estais interesados, ya sabeis lo que teneis que hacer. Con resignación y un tanto cabreados, decidimos ir a Pecharromán y Fuentesoto nuestras siguientes paradas antes de Peñafiel.

Tramo 4 . Coto de San Bernardo - Pecharromán (4,6 km)

Pecharromán es el pueblo más pequeño y menos importante de todos los que íbamos a visitar. En realidad lo único que destaca es la paz y tranquilidad que en él se respira, su iglesia de románico tardío, y una ermita del Siglo X. Así que no tardamos mucho en abandonarlo tras haber tomado alguna foto como recuerdo del lugar.



Tramo 5. Pecharromán - Fuentesoto (4,6 km)

Fuentesoto se encuentra enclavado entre los límites de las provincias de Segovia, Burgos y Valladolid, perteneciendo a la primera. No sabemos exactamente cuándo se funda, pero es muy probable que se crease a partir de las primeras repoblaciones.



Destaca la iglesia visigótica de San Gregorio, situada en un alto desde el que divisamos todo el pueblo. Junto a ella llaman mucho la atención la cantidad de cruces visigodas de piedra que encontramos.



Ya dentro del casco urbano está la iglesia de San Pedro, de estilo barroco. Pero la más importante de las tres iglesias, es la Ermita de San Vicente Mártir, que se encuentra a un kilómetro del pueblo, en lo que fue la pedanía de San Vicente de Pospozuelo, de la cual hoy ya no queda nada.



Se costruye en el siglo XII, de estilo románico, y destaca ante todo por la cuidada decoración de las columnas y el ábside. Sorprende ver una joya histórica del románico junto a una pequeña carretera y alejada del casco urbano, literalmente en medio del campo. Nos dirigimos ahora a Peñafiel para cerrar el día.

Tramo 6. Fuentesoto - Peñafiel (25,7 km)

Peñafiel es un importante municipio de la provincia de Valladolid, que linda con la de Segovia. En sus alrededores se han encontrado restos neolíticos, y su origen se remonta a las tribus de los vacceos. En sus cercanías también debió pasar una calzada romana de la cual ya casi no hay restos. En épocas de la Reconquista hubo un núcleo urbano junto al cerro donde hoy está el castillo. A principios del siglo X se conocía como "Penna Fidele" y era una plaza fuerte del Condado de Monzón frente a las invasiones musulmanas, pasando a depender del condado de Castilla a finales de este siglo.



Una figura clave en la historia de la villa fue el infante Don Juan Manuel (1282-1348), sobrino del rey Alfonso X el Sabio. Eligió Peñafiel como el lugar preferido de todas las tierras que poseía en España, y allí escribió muchas de sus obras. La villa llegó a tener un total de 19 Iglesias, tres conventos de frailes y monjas, 6 ermitas, el castillo y el alcázar que se encontraba en el lugar del antiguo convento de San Juan y San Pablo.

Actualmente lo que más destaca de Peñafiel, son sus bodegas y su castillo. Ya desde la lejanía la silueta de su castillo domina el paisaje, y nada más entrar al pueblo, muchas de sus bodegas de la afamada denominación de origen "Ribera del Duero" nos reciben.



Como ya la tarde empezaba a caer, y aún había un sol espléndido, decidimos entrar al castillo y no perder tiempo en visitar las bodegas, ni el museo del vino, pues afortunadamente conocemos perfectamente esta denominación de origen, y con el vino de la comida y el patxaran de la sobremesa ya teníamos bastante. Tuvimos la suerte de que justo en ese momento salía una visita guiada, así que por 3 euros pudimos disfrutar del castillo con las explicaciones correspondientes.

El castillo de Peñafiel está declarado Monumento Nacional, y domina desde un cerro los valles del Duratón y Botijas en su confluencia con el Duero. Construido en piedra, fue fundado por Sancho García (conde de Castilla) a principios del siglo XI, una vez reconquistada Peñafiel.



En el siglo XIV se reconstruye totalmente gracias al infante Don Juan Manuel, señor de la villa como ya comentamos anteriormente. La planta del castillo va en sentido Norte-Sur, mide 210 metros de largo por 20 de ancho y tiene varias cortinas de murallas.



La torre del homenaje tiene 34 metros de altura, y su espacio interior está dividido en tres pisos con sus correspondientes bóvedas. A partir del siglo XV, Don Pedro Girón, Maestre de la Orden de Calatrava y conde de Urueña, se hace con el Señorío de Peñafiel. En 1456 Enrique IV de Castilla autoriza a D. Pedro Girón a reedificar el castillo, y la torre del homenaje se reedifica colocando los escudos de la familia Girón. Desde entonces el castillo permanece en poder de esta familia hasta el siglo XIX, ostentando los títulos de marqueses de Peñafiel y duques de Osuna. Actualmente el castillo alberga el Museo Provincial del Vino, donde podemos ver todos los aspectos relacionados con el cultivo de la vid y las características de los vinos de la comarca.

Pero Peñafiel no sólo se queda aquí. Paseamos por sus calles que aquella tarde tenían un especial colorido ya que había una serie de festejos organizados, las terrazas con bastante gente, y muchos visitantes como nosotros que aprovechaban sin duda la tarde espectacular que hizo. Pudimos visitar la Plaza del Coso, un lugar muy particular en el que desde la Edad Media se hacían festejos taurinos.



La plaza es un espacio rectangular de 3.500 m2, rodeado de casas de arquitectura tradicional con balcones que tienen vistosos arabescos en madera, en los que se mantiene el derecho consuetudinario de "servidumbre de balcón". Esto quiere decir en pocas palabras, que puede que en tu balcón se meta gente ajena a tu casa a ver los toros, segun nos explicó una mujer.

Uno tampoco puede irse de Peñafiel sin conocer el Convento de San Pablo. Fundado por Don Juan Manuel en 1324 y declarado Monumento Histórico Artístico, destaca por su ábside de estilo gótico mudéjar del s.XVI.



Esta iglesia de tres naves destaca por sus capillas funerarias platerescas, que a pesar de ser dañadas durante la Guerra de la Independencia, nos muestran la elegancia y refinamiento del primer Renacimiento español. Allí está enterrado Don Juan Manuel, que pasó los últimos años de su vida escribiendo y disfrutando del tiempo en su Peñafiel que tanto le gustaba.



Tramo 7. Peñafiel - Campaspero (15,2 km)

Al finalizar el dia decidimos ir a visitar a mi amigo Javi al cercano pueblo de Campaspero, donde él vive y trabaja, y pasamos un par de horas en su casa.



Tramo 8. Campaspero - Leganés (178 km)

Ya había anochecido y Javi se tenía que marchar de fiesta a una conocida discoteca de Torrijos (Toledo) en la que está metido cada dos por tres, así que nos despedimos en un desvío de la carretera y de ahí volvimos a casa, habiendo disfrutado una vez más de un sábado espectacular.

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