miércoles, 6 de mayo de 2009

Hoces del Duratón, Sepúlveda y Pedraza (21 marzo 2009)

Tramo 1. Leganés - Sepúlveda (146 km)

Amaneció un día espectacular, digno más de verano que de la recién estrenada primavera. Enseguida llegó Sergio por mi casa y el sábado comenzaba para nosotros. Antes de meternos a la M-30 nos pasamos a buscar a mis primas y a Óscar por su barrio, pues el día anterior habían decidido unirse a nosotros. Sobre las 10:40 tomamos la M-30 direción A-1, y pusimos rumbo hacia Sepúlveda, nuestro primer destino. A la altura del circuito del Jarama un atasco nos hizo perder algo de tiempo, aunque no demasiado, pues por suerte decidimos arriesgar metiéndonos por la vía de servicio. Nos salió bien la jugada, ya que nos ahorramos más de 3 km. de atasco y estar una media hora parados.

Poco antes de las 12 de la mañana llegábamos a Sepúlveda, y enseguida comprobamos que el pueblo estaba totalmente saturado de gente. Hasta tal punto era el llenazo, que tuvimos que aparcar el coche en las mismas afueras del pueblo, justo en el cartel que indica el final de la población. En ese momento nos llamaron mis primas que ya habían aparcado justo a la entrada del pueblo, con lo cual tuvimos que ir de nuevo andando por donde habíamos venido, y tras alguna que otra confusión conseguimos encontrarnos.



Por fin nos disponemos a pasear por Sepúlveda, una histórica villa segoviana de unos 1.300 habitantes, y capital de la comarca que lleva su mismo nombre. Se encuentra encaramada en una peña desde donde se divisa el río Duratón. Estas tierras ya tuvieron presencia humana hacia el 3.000 a.c. , pero hasta el siglo IV a.c. no hay asentamientos realmente importantes. Es entonces cuando se forma un castro celtíbero habitado por la tribu de los arévacos. Tras la romanización de estas tierras, se fundó un municipio llamado "Septempública", debido a las 7 puertas que tenía la ciudad. Tras los romanos llegaron los visigodos, cuyos vestigios quedan patentes en una importante necrópolis que se puede visitar en la vecina pedanía de Duratón. Posteriormente Fernán González repobló el municipio y le dio unos fueros en el año 940. A partir de entonces se dan una serie de luchas entre musulmanes y cristianos por estas tierras, que terminan en 1010 con la victoria de Sancho García, nieto de Fernán González, que recupera definitivamente la villa. En 1111, en lo que hoy es la pedanía de Fresno de Cantespino, tuvo lugar la batalla entre Alfonso I de Aragón y el Conde Enrique de Portugal, contra Doña Urraca, que terminó con la independencia de Portugal y Sepúlveda pasó a ser durante un tiempo territorio de Aragón.

Como vemos, este pueblo tiene historia para dar y tomar, y si a esto le sumamos el estar situado en una posición privilegiada, encaramado en un risco rodeado por los ríos Duratón y Caslilla, tenemos como resultado un lugar con unos paisajes realmente espectaculares, los cuales nos encargamos de recoger en varias fotografías. Después estuvimos un rato echando unas fotos y sentados en un parquecito que había ya a las afueras junto al Santuario de la Virgen de la Peña, al lado de un mirador que tenía unas vistas bastante interesantes.



Tramo 2. Sepúlveda - Hoces del Duratón (13,6 km)

Ya eran casi las 2 de la tarde cuando terminamos de pasear por Sepúlveda y ver todos sus monumentos y rincones. Fuimos hacia los coches para ir a las Hoces del Duratón, un enclave realmente espectacular y único, al que se llega por una carretera un poquito sinuosa que da paso a una pista de tierra que llega a un aparcamiento donde dejamos el coche y debemos de andar unos 10 minutos para poder contemplar el esplendor de este lugar único. Bea, Sofía, y Óscar decidieron quedarse junto a la sombra de un árbol del camino, porque hacía muchísimo calor y no les apetecía hacer la caminata hasta la Iglesia de San Frutos, así que Sergio y yo continuamos hacia adelante cámara en mano para intentar sacar unas buenas fotos en esa mañana espectacular.

El paisaje esta formado por rocas calizas que con el paso del tiempo y por efecto del agua y las condiciones climatológicas, se fueron desgastando y fragmentando dando lugar a las actuales hoces. Esto permitió que el cauce del Duratón se encajase entre impresionantes paredones verticales, que en ocasiones llegan a los cien metros de altura. En ellos hay orificios que debido a la erosión se usaron desde la antigüedad por los animales e incluso por el hombre. En la actualidad estos huecos son utilizados por los buitres para hacer sus nidos.



Este paraje se convertió en Parque Natural por su singular belleza y por su diversidad animal y vegetal, pudiendo observar bandas de lúganos, jilgueros, pardillos y pinzones, incluso alguna garza real. Pero el auténtico rey de la fauna de las Hoces del Duratón es el Buitre Leonado, con una envergadura de unos 2.5 metros y con un vuelo majestuoso. Anida en los huecos de los cortados formando comunidades que le favorecen a la hora de buscar su alimento, ya que la colonia se organiza de forma que cada individuo cubre una zona sobre la cual vuela en círculos, atento a cualquier indicio de carroña. En estas búsquedas el buitre puede recorrer largas distancias, favorecido por sus enormes alas, que le permiten aprovecharse de las corrientes de aire caliente, pudiendo volar durante horas con un gasto mínimo de energía. La población actual de buitres en el Parque Natural ronda las 250 parejas, pero gracias a las actuales condiciones, esta cantidad se está incrementando año a año.



Además de esto, en las Hoces están la Iglesia y Monasterio de San Frutos, patrón de la diócesis de Segovia. A un lado podemos ver el pantano de Burgomillodo, donde acaban las hoces y al otro un espectacular cortado sobre el río Duratón, donde los buitres que sobrevuelan por la zona tienen muchos nidos. Una pequeña caseta hace las veces de sepulcro de los santos Santa Engracia, San Valentín y San Frutos. Casi en la misma orilla del Duratón, están las ruinas del Monasterio de Nuestra Señora de los Angeles de la Hoz. Nosotros no pudimos verlo, pues acceder hasta allí es bastante complicado, y hay que hacerlo en barca o kayak a través del pantano. Fue fundado en 1231 por monjes franciscanos en el lugar donde dice la tradición que Nª Sª de los Angeles se apareció a un pastor llamado Pedro. El antiguo monasterio se derrumbó en 1492. Hacia 1565 fue visitado por el rey Felipe II, que decidió reconstruirlo. Con la desamortización de Mendizabal el monasterio se abandonó y en la actualidad solo quedan las ruinas.

Tramo 3. Hoces del Duratón - Sebúlcor (8,3 km)

Al regresar al coche ya eran casi las 4 de la tarde, hacía bastante calor y el hambre hacía estragos en todos nosotros. Decidimos parar en un pequeño bar de carretera que habíamos visto a la ida, pero nos dijeron que no daban comidas, y que tendríamos que ir a Sebúlcor o a Cantalejo. Viendo que estos dos pueblos estaban cerca, decidimos ir allí a buscar algún sitio donde comer huyendo así del mogollón de gente que había en Sepúlveda, donde además de esperar y arriesgarnos a no tener mesa, seguramente ibamos a pagar más por la comida.

Eran casi las 16:30, y según llegamos a Sebúlcor, decidimos parar allí mismo y buscar el primer sitio que viéramos. Entré a un bar-restaurante que había en la calle principal, y pregunté que si aún nos podían dar de comer. Había cuatro chicas jóvenes, una detrás de la barra y las otras tres sentadas en tres banquetas. Me dijo que cuántos éramos y enseguida salió para confirmarme que sí podíamos comer aún. Sin convencerme demasiado el sitio, salí a buscar a los demás para decirles que teníamos mesa, y en ese momento una mujer nos dijo que nos fuésemos mejor a otro restaurante que estaba al otro lado de la calle principal, en una calle estrecha. Por la manera de aconsejarnos, decidimos hacerla caso y fuimos allí. Me dio pena haberle hecho poner la mesa a la chica para nada, pero me parecía aún peor volver a entrar para decirle que no nos quedábamos, después de haber tenido la gentileza de ponernos una mesa para comer fuera de horas. Pero la decisión sin duda fue la acertada, y por un precio bastante aceptable.



Tras esperar un rato a que nos dieran la mesa mientras tomábamos un par de cañas, pudimos disfrutar de unos impresionantes chuletones de más de medio kilo hechos a la parrilla delante nuestra, acompañados de patatas y pimientos del piquillo, y en el centro de la mesa dominaba una espléndida ensalada con una jarra de cerveza helada, y un buen vino de la casa, Ribera del Duero como no. De postre unas tartas buenísimas para Óscar y mis primas, y dos copazos de patxaran para Sergio y para mí. Al salir del mesón, Sergio y yo tuvimos que acercarnos a Cantalejo a por aceite para el coche de Óscar, pues iba perdiendo aceite porque el tapón se había aflojado. En la gasolinera de Cantalejo nos encontramos a los vecinos de Sergio, con los que casualmente él se había cruzado antes de venir a buscarme, casualidades de la vida...

Tramo 4. Sebúlcor - Pedraza (23,4 km)

Decidimos continuar nuestra marcha hacia Pedraza, sin visitar Cantalejo y Turégano, pues se nos había hecho ya algo tarde, y si perdíamos tiempo en estos dos pueblos, llegaríamos a Pedraza con muy poca luz. Así que decidimos no arriesgar y aprovechar las 2 horas y media de luz que nos quedaban para visitar la otra gran villa medieval segoviana.

Pedraza es un espectacular pueblo medieval amurallado, uno de los más impresionantes de Castilla, lo cual le ha valido para ser declarado conjunto monumental en 1951. Está situado a los pies de la sierra de Guadarrama, en su vertiente segoviana, en un cerro rodeado por los arroyos Batanes y San Miguel. Unos restos de vasijas de arcilla demostraron que este pueblo ya existía en el siglo IV a.C. Aquí habitaron por tanto la tribu celtíbera de los arévacos, romanos (se dice que aquí nació el emperador Trajano), visigodos, y musulmanes, pero no fue hasta la época de la Reconquista, cuando empezó a crecer y a desarrollarse. Es entonces cuando tenemos las primeras noticias escritas sobre Pedraza, la cual se cita como "Petraza" en el Voto de San Millán del año 934. En esta época, poblaciones fortificadas como Pedraza constituían una primera línea de defensa contra las incursiones de los ejércitos musulmanes. El pueblo está lleno de casas señoriales y palacios medievales, aunque en el siglo XVIII empezó a decaer bastante, pero en los últimos 25 años se ha promovido el turismo, se ha restaurado totalmente el pueblo, y hoy día es uno de los principales destinos en el turismo castellano.

Su imponente silueta marcada por la muralla y el castillo, se dibuja en el cielo a medida que vamos llegando. Entramos con los coches por la puerta de la villa, el único acceso a Pedraza, siendo a la vez entrada y salida del pueblo. Es en el siglo XI cuando se habla de esta puerta por primera vez, aunque seguramente existiera ya en el siglo VIII. Se reconstruyó en el siglo XVI cuando Iñigo Fernández de Velasco fue señor de Pedraza, por ello el escudo de los Velasco domina la puerta. Las enormes maderas de álamo negro que la revestían, se cerraron durante muchos siglos al caer la noche, impidiendo la entrada o salida de cualquier persona salvo emergencia, en tal caso era el carcelero el responsable de abrir la puerta, ya que la Cárcel está justo pegada a la puerta de entrada. Enseguida atravesamos la muralla que da paso al pueblo, y fuimos bordeándolo hasta llegar a la explanada que hay próxima al castillo, que hace las veces de parking cuando el pueblo se llena de gente durante los fines de semana.



Una vez aparcados nos dirigimos al castillo, que está en un extremo del cerro en el que se ubica el pueblo, junto a la explanada del aparcamiento. El castillo de Pedraza se construye en el siglo XIII, aunque quizás anteriormente fuese una alcazaba musulmana. Posteriormente se reedifica en el siglo XV, y en el siglo XVI la noble familia de los Velasco, duques de Frías, lo reedifican. Es famoso, entre otras cosas, por haber sido el lugar elegido por Carlos V hacia 1529 para custodiar a los hijos del rey de Francia, Francisco I, prisioneros en la batalla de Pavía. El castillo actualmente es propiedad de la familia del pintor Ignacio Zuloaga, quien compró el castillo a una familia de Navafría y desde los años 20 lo rehabilitó y empezó a usar la torre del homenaje como estudio de pintura. Hoy en día funciona como vivienda de los herederos del pintor, y como un pequeño museo dedicado a su obra. Está rodeado por acantilados, salvo por la parte que da al pueblo. La planta del castillo es de forma poligonal irregular, con torres cuadradas y un foso (el cual obviamente ya está seco y únicamente alberga vegetación salvaje). La puerta de madera de la entrada está tallada con hacha, y todavía conserva incrustadas, unas puntas de hierro afiladas. Es un arco ojival del siglo XVI arropado por dos grandes garitones, y al que se accede al cruzar un puente no muy largo. Tras estar un rato contemplando el castillo y echando unas fotos, nos dirigimos hacia el centro del pueblo.



Las calles de Pedraza son estrechas y empedradas, muy recogidas, llenas de arquitectura medieval y de palacios de piedra con escudos y blasones en las fachadas. Paseando por ellas entre el olor a horno de leña, a pan caliente y a tomillo, pareces regresar hacia una época que quedó muy atrás en el tiempo. La Calle Real tiene buenas casonas hidalgas de ilustres familias medievales. Tras pasear por sus calles, llegamos a su famosa Plaza Mayor, claro ejemplo de plaza castellana, amplia y soportalada, con viejos caserones del siglo XVI con balcones de madera. Aquí se encuentra el Ayuntamiento, y algunos mesones típicos con hornos de asar, donde podemos degustar los mejores corderos y cochinillos de toda la provincia.



Nos dirigimos a continuación a la antigua Cárcel de la villa, un edificio situado en la misma puerta de entrada al recinto amurallado, como ya dijimos anteriormente. La visita a la Cárcel son 3 €, un precio que nos pareció un poco caro para lo corta que es la visita. Actualmente es mantenida y explotada por la Fundación Villa de Pedraza, que se encarga de organizar su visita turística guiada. No existe noticia sobre cual fuera la utilización inicial del edificio, pero por su estructura defensiva, su principal finalidad fue la de proteger la entrada a la Villa y servir de aposento para los vigilantes. El edificio no se destinaba a cárcel en el siglo XV. Los reos condenados a penas de prisión, recibían acomodo gratuíto en las mazmorras del palacio o en el corral del alguacil, encadenados convenientemente. A mediados del siglo XVI comenzó a utilizarse como cárcel pública, sirviendo además para habitación de los carceleros, y así continuó hasta que, perdida su funcionalidad como consecuencia de la nueva organización penitenciaria, cayó en desuso. El interior se conserva prácticamente intacto, pudiéndose ver cómo eran las lóbregas mazmorras, los cepos, las celdas, las curiosas letrinas de desagüe espontáneo semiempotradas en los muros. Podemos hacernos una idea de cómo se tenía a los presos en condiciones verdaderamente infrahumanas por delitos tales como robar comida. Por ejemplo todos los desechos y excrementos del piso superior, caían al piso inferior donde había muchos presos en una especie de pajar, y el olor debía ser horriblemente nauseabundo, y a consecuencia de esto algunos presos morían por infecciones dadas estas condiciones tan insalubres. De la antigua residencia del carcelero se conserva la magnifica chimenea. Sobre la puerta de acceso aparece el escudo de la casa de Velasco.

Tramo 5. Pedraza - Leganés (141 km)

Una vez salimos de la cárcel (qué mal suena esto...jejeje) y habiendo echado buenas fotos dentro de ella , fuimos a tomar un patxaran a una terraza en la Plaza Mayor con mesas y sillas de la época medieval, todas ellas de madera. Hacía una temperatura realmente buena, y se estaba genial, así que nos quedamos hasta las 22:00, y de allí nos fuimos a Madrid. Un buen día donde todos los pasamos genial, sin dudas.

No hay comentarios: